Hay mucha gente que me pregunta que es lo que me lleva a
hacer tanto deporte, me dicen que no es necesario hacer tanto, yo ya no tengo
ganas de justificarme, no tengo ganas de explicar las sensaciones que se
sienten cuando vuelas, cuando tu cuerpo se encuentra en sincronía, cuando todo
tu interior funciona perfectamente, y no solo físicamente, los entrenos te dan
una dureza mental que puedes utilizar en tu vida normal, llega un momento en el
que se solapan todas tus facetas, en el que de verdad te vuelves duro, rocoso,
y para eso necesitas experiencias, olvidarte de todo lo que gira alrededor
tuyo, y eres capaz de superarte, seguir andando, caminando cansino, paso tras
paso, no estaré para Sueca, no seré ese sufridor corriendo que saca pistones en
la bici y que es capaz de saberse todas y cada una de las curvas que se pueden
hacer acoplado y a gas en ese circuito, no puedo correr, eso es una realidad,
al menos no puedo correr en mi umbral, pero lo voy a intentar… la lógica me
dice que notaré dolor en la primera carrera a pie y que tendré que parar cuando
baje de la bici… pero ya he demostrado varias veces que soy un ser ilógico en
algunas facetas de mi vida… la cosa es que nunca me había sentido tan bien
conmigo mismo, hacía muuuuuucho tiempo que no me sentía así, fuerte pase lo que
pase, hay vida después del triatlón, claro que si…
Un gran amigo mío siempre me recuerda una frase que le
escribí hace tiempo, “tumbarme a mi es fácil, mantenerme en el suelo ya es otra
historia”